A quien no le guste, que no lea

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martes, 3 de mayo de 2011

Mi otro Bond

Ha llegado a la ciudad un nuevo agente dispuesto a limpiar las calles de flemas. No, no se trata de ningún mote policial de rateros o furtivos, sino de los escupitajos, las babas nasales, los ‘lapos’, la clara de ‘güevón’, los esputos de los ciudadanos marranos.
Sí señora, Bond, Chris Bond quiere que el Reino Unido acabe con la asquerosidad nauseabunda que supone ver (primero escuchar cómo se lleva de la fosa nasal a la garganta y de ésta a la boca) el pedacico de moco güevero que el ciudadano de turno escupe al suelo pese al estómago que pese.
Este concejal británico trata de implicar a la Justicia de su país, proponiendo que escupir en la calle vuelva a ser delito, como en los años cuarenta del pasado siglo, cuando la tuberculosis se llevaba al otro barrio a decenas de personas al día en Europa y parte del extranjero.
No es un debate que nazca ahora, desde luego, pero como nadie le pone remedio... Más de uno pensaba que era cosa de los mayores de sesenta años. “No se preocupen, que conforme se vaya extinguiendo la generación escupitera, las ciudades de todo el mundo (excepto en India y Turquía, donde abandonar en la calle parte de tus deshechos corporales no está ni mal visto, vamos, que vomitas litro y medio de mocos y ni se inmutan) sólo tendrán que luchar contra las cacas de los perros y los pipis de alguna que otra señora que gusta de hacer sus cosicas en portal ajeno (yo sé lo que me digo)”.
Es el sueño de todo escrupuloso, sí, pero sólo un sueño, porque nadie había contado con lo influenciables que son los jóvenes, lo que unido a la cantidad de partidos de fútbol que se emiten por la tele y la cuantía de escupitajos con los que los jugadores riegan el campo (donde luego se tiran, se restriegan dolidos y todo eso) en cada encuentro… nos da un total de millones de criaturas que sueñan con parecerse a Messi y Ronaldo mientras riegan con sus jóvenes esputos las aceras donde una pisa a continuación. Y eso por no hablar del estilo Pepe Guardiola, que será todo lo gran entrenador que quieran, sí, pero también un tipo que se pone el galillo en la punta de la lengua (una bola bien viscosa y blanca) como enseñando su trofeo antes de volver a metérsela en la boca y tragar.
Le deseo mucha suerte, Sir Chris Bond, y le mando un ‘esto me gusta’. Que la pulcritud le acompañe.

Publicado en La Opinión de Murcia el 03/05/2011
Imagen:  google images

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