A quien no le guste, que no lea

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domingo, 17 de enero de 2010

Corta, pega, destruye

Creí que habían adelantado el capítulo de Águila Roja y que en esta ocasión el guión obligaba al cardenal Mendoza a hacer uso de su poder eclesiástico para despreciar la realidad terrenal, como si ésta no tuviera vínculo alguno con el estado espiritual de sus feligreses, y todo en pro de esa trama contra el otro yo de Gonzalo de Montalvo, el de la pluma colorá. Me equivocaba, como la paloma, creí que el mar era el cielo y no, resulta que el tal cardenal no era sino monseñor Munilla y sus disparates a micrófono abierto, que para contexto el que queda grabado, ese sí que no hay quien lo discuta.
Aunque he de decir que el tal obispo de San Sebastián tenía un ápice de razón al afirmar que los españoles éramos muy pobres espiritualmente. No hay más que mirar el pleno de Vic para encontrar un ejemplo a esta realidad nuestra, que sin duda es muchísimo más liviana que la que ahora engulle a los haitianos supervivientes. No hay justificación alguna para Munilla, y quien le aplauda que se atenga a las consecuencias, pues la historia está llena de actos reprochables de presuntos cristianos vacíos por completo de esa caridad y bondad que se les atribuye. Cuando se ejerce un cargo de responsabilidad, sea en la empresa que sea, es inadmisible que éste se utilice para insultar a sus clientes, ¿no les parece?
No es que yo quiera hacer sangre de tropezones ajenos, pero el silencio del jefe terrenal de Munilla no hace si no empeorarlo todo, aunque qué va a decir Benedicto XVI de la pobreza espiritual del obispo, visto que no han dudado en dejar pasar demasiados años antes de admitir que los curas pedófilos no tienen cabida en sacristía alguna. Sí, mi espíritu anti-cinismo está más subido que nunca, lo admito.
Aunque para disparates el que ha convertido a un político nada despreciable de nuestro país en el hombre más buscado del universo. El FBI nos ha demostrado en miles de ocasiones lo cutres que pueden llegar a ser sus métodos de investigación. Usar una foto de Llamazares para hacer conjeturas sobre cómo es el rostro actual de Bin Laden… pues es más malo que los guiones de ‘Dos tontos muy tontos’ con sus secuelas incluidas. Además, ¿no creen que al presunto careto le han puesto unos kilitos de más? Vamos, no me extraña que Llamazares haya borrado de su hoja de ruta cualquier viaje a los Estados Unidos. Seguro que harían mucho más que pasarle por el escáner, ya me entienden.
Menos mal que están las toneladas para consolarnos de tantos males. Sí, ya saben, esa generosidad española que cuantificamos en toneladas: España envía diez toneladas de ayuda a Haití. Pues mire, con ese dato sólo puedo imaginar que han metido a diez miuras en un avión del ejército. A mí lo que me interesa saber es: ¿a cuántas personas les va a llegar esa ayuda? ¿les salvarán la vida? Mientras no me la contesten paso de seguir viendo el mismo e infinito reportaje, no sea que me insensibilice.

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