Foto: Flickr.es, Jorge Miente

Marta del Castillo, desaparecida durante 20 días para casi todos, muerta desde el primer día para, al menos, tres personas, chavales. El líder de esta manada bien podría haberse llamado Jack, como el niño de Golding, quien decide escindirse de un grupo más o menos organizado para dedicarse a profundizar en sus más bajos y animales instintos. Al igual que lo ha hecho Miguel, de 20 años, Jack culmina su estado de pureza asocial asesinando y alentando a sus sumisos seguidores a delinquir.
Esta historia, que se asemeja con crueldad a la del escritor inglés en más aspectos de los que uno quisiera, ha seguido ese mismo escalofriante guión, que cuando uno acaba de leer sólo le cabe pensar: ¿dónde estaban los adultos para evitar tanta crueldad, tanto dolor? ¿Hubieran sido capaces de impedir que esos pequeños se transformaran en verdaderos psicópatas?
Pues esto mismo me preguntaba yo en el amanecer de hoy lunes, al saber que tras asesinar a golpes a su ex novia de 17 primaveras, Miguel no sólo contó con la ayuda de su colega Samuel (este golpe ya fue duro), sino que en la maniobra para hacer desaparecer el cuerpo ya sin la mucha vida que todavía podía dar de sí, otro muchacho, de 15 años (¡15!), también se convirtió en encubridor aquella noche, creyendo que en el Guadalquivir se ahogarían todas las moscas que les rodeaban.
Además de la justicia merecida por la barbarie cometida, deberíamos exigir que nos respondieran a esa incógnita que avanzábamos: ¿dónde están los adultos en toda esta historia (o más bien en esta sociedad nuestra)? Por desgracia no descubro el fuego al afirmar que hace tiempo que la protección al menor se ha convertido en unas medidas y actitudes que han terminado por volverse contra ellos y ellos contra nosotros, los adultos que debimos guiarles para evitar el fondeo del Guadalquivir. ¿Qué bajos instintos fueron los que no aprendió Miguel a controlar? ¿Qué clase de idea sobre la vida y la moral aprendieron sus amigos, quienes optaron por deambular con el cadáver y hacerlo desaparecer, en lugar de convencer a su amigo y líder para que se entregara a lo inevitable? Hace tiempo que nuestra sociedad está en crisis y nadie parece interesado en solucionarlo. Las alarmas se han disparado ante la quiebra económica, y sólo entonces. ¿Cuándo se dispararán por la creciente ruptura de valores, por el abandono de nuestras obligaciones como adultos para con los que nos siguen?
3 comentarios:
Cuando hablas de mayores espero que no me incluyas. Creo que los "mayores" del asesino --presuntísimo por lo visto-- fue el propio Estado, pus huérfano anduvo vagando de acá para allá, o eso dicen.
La sociedad está podrida, aunque no me atrevería yo a afirmar que por los tiempos que corren, me temo que viene de muy atrás. ¿QUié tiró el primer puñado de mierda???
esa es otra ¡acaso soy yo el esclavo de mi hermano? pobre abel, sin mayores que lo corrijan.
Beso, amiga
(oiga, y a ver si miras la configuración de tus comentarios que no puedo escribir si no es desde mi cuenta antigua, que como su propio nombre indica, es antigua, culpable por tanto)
Miraré mi configuración ya mesmo. Y al hablar de adultos me refiero a todos: padres, centros educativos, medios de comunicación, por supuesto las administraciones, etc... Sí, es difícil saber qué fue primero, si el huevo o la gallina, pero como es una discusión inútil, mejor es centrarse en cómo hacer que el nivel de mierda descienda. ¿Cómo? Puesssssss......
Y claro está, se me olvidaba lo más importante: besicos manresianos Pilarica!
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