A quien no le guste, que no lea

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domingo, 9 de noviembre de 2008

Más que una nota de color


(Foto: Teresa Luengo,Volta Redonda-Brasil, 2006)


¿Qué tendrá el negro?, rumbea Plá en uno de sus discos, el negro que logra llevarse de la mano y sin esfuerzos a la señora de Joaquín ‘el necio’. ¿Qué tendrá el negro que yo no tengo?, se estará preguntando aún McCain, incrédulo de que el país que marca la pauta de las agendas del resto del planeta, lo queramos o no admitir y mira que cuesta (aunque si estuviéramos hoy en ese tema no podríamos obviar la colonización mundial y silenciosa por parte de los paisanos de Lucy Liu), haya preferido a un señor de color oscuro (aunque tampoco en exceso, que los cambios hay que graduarlos) que repetir con el esquema ‘tipo blanco de edad pre-arcaica con intenciones monocromáticas’.
Para empezar, y para alguien que, como yo, ha seguido el eterno proceso sin querer queriendo, McCain no daba la talla en cuanto a imagen, y repetir propuestas nunca fue efectivo. Ya tenían que haberse dado cuenta los republicanos en las primarias de las filas demócratas que no podían luchar por la presidencia repitiendo fórmulas. No es que yo sepa mucho, y a toro pasado no hay peligro de corná, pero tanto en el caso real de Obama como en el hipotético caso de que la rival hubiera resultado ser Hillary Clinton, un vejestorio con cara de asesino de peli de sustos como McCain no tenía mucho que hacer (no lo digo yo, lo dicen los resultados electorales). Que vivimos en el siglo de la apariencia, por favor, ¡qué clase de asesores se han hecho ricos a su costa!
Obama ha tirado de la abstención, deseosa más que nunca de encontrarse una alternativa ¿real? como su presidente electo; su derrotado ‘sólo’ tenía a los de siempre, y nunca fueron suficientes.

(Foto: Teresa Luengo, Volta Redonda-Brasil, 2006)
No, no es porque el negro esté mejor dotado, eso es una cuestión de intimidad personal (aunque siendo presidente de los Estados Unidos, hasta la textura del papel del inodoro es de interés nacional). Yo creo que los estadounidenses andaban muy necesitados no ya de un cambio, sino de poder vivir con algo menos de tensión en sus cuerpos y sus jardines alienados, percibir menos enemigos virtuales (ahora el gran reto es que el país sea presidido un día por un señor con abuela afgana). Hasta ellos, que seguro no perciben su historia como lo hacemos desde este lado del charco (y viceversa, claro), estarían hartos de que su presidente fuera provocando yihads contra sus conciudadanos allá donde fuere.
Lo que yo espero es que Obama no acabe como el negro de Plá, a quien Joaquín ‘el necio’ terminó cortando su virilidad para comprobar que no eran esos bajos instintos los que hacían más grande a su rival vencedor. El negro tenía mucho más, esperemos que Obama no sea ‘sólo’ la anécdota de color.




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