
Foto: AFP
Un gasto total de 20 millones de euros... que, como diría Leopoldo Abadía, jamás seré capaz de traducir a pesetas, es una perversión cuando lo paga la ONU para poner estalactitas de colores en el techo. Sí, me gusta el arte, lo disfruto de verdad, pero por encima de La Venus de Milo, la sonrisa de la Mona Lisa y el palacio del Majarajá están otras cosas mucho más valiosas como el derecho a una vida digna, convertida para miles de personas en churretones de colores que cuelgan de un techo de Ginebra.
Gracias Barceló, elogios en las dos mejillas.
3 comentarios:
Ay, hermosa, que te he descubierto casi de casualidad.
Aplausos, aplausos, y aplausos por tu comentario. Porque los veinte millones de euros sólo se toman en cuenta si son para las estalactitas en el techo pero no si se trata de tanto y tanto derroche, del sin sentido de lo cotiiano, de la ostentación insultante de la riqueza.
Los humanos necesitamos el arte para ver lo cotidiano con esperanza, para ver la grandeza y superar la miseria, para alejar los fantasmas que nos quieren reducir a sólo un cálculo de supuesto racionalismo económico.
Besos y aplausos.
Arte lo tuyo y está sin pagar, eso lo entiendo, pero con mi Barceló no te metas, échale el ojo a instalaciones, comisiones, campañas, intervenciones, sin salir de casa. Este debate me parece más una manipulación de los medios, un nuevo paso de desacreditación de la ONU, a ver para dónde vamos. Y me alegro que no te guste Miquel ¡es mío!
Besicos, guapa, un día de estos nos vemos.
Mis queridísimas Lucía y Pilar, no penséis que renuncio al arte, pero el momento y, sobre todo, el lugar se me antojan tremendos. ¿Por qué no ubicarlo en países que no estén 'abarrotados' de arte, para que lo disfruten quienes más sufren?
Pilar, me has dado el artículo del martes que cuelgo ya en el blog. Respeto profundamente tu crítica, así que brindaremos por Barceló estas Navidades.
Besicos a las dos, guapetonas!
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