A quien no le guste, que no lea

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sábado, 22 de noviembre de 2008

La cúpula divisoria (y 2)


(Congoleñas / Fundación Altarriba) (Cúpula Palacio ONU / Reuters)

Me dicen que me he abandonado a las manos manipuladoras de los medios de comunicación al dejar que mi cerebro suelte por mis venas placas de indignación, que aún hoy tengo pegadas en la pared estomacal. La razón, a riesgo de repetirme: 20 millones de euros. Bien, no son los únicos dineros que se malgastan, nuestro propio gobierno lo hace con montantes mayores y en conceptos muchísimo más criticables que la obra que ha colgado Barceló en la cúpula de la ya Sala de los Derechos Humanos y la Alianza de Civilizaciones, en el Palacio de la ONU, que ya comentamos brevemente.
No simpatizo con los artistas estrella como no lo hago con los astros del balompié, no sé si porque al ser pobre (razón por la que a mí la crisis no me ha afectado, ya que llevo tiempo bregando con los finales de mes) escuchar ciertas nóminas y gastos me ponen los pelos como escarpias asesinas. No caeré en el simplismo de “lo mal que está repartido el mundo”, pero tampoco voy dejar de verbalizar que gastarse 20 millones de euros en esta obra del artista mallorquín (500.000 del Fondo de Ayuda al Desarrollo, y olé), por muy ingeniosa, creativa y única que me parezca (y me lo parece), es como mínimo tremendo.
Cada cual se gasta el dinero como buenamente quiere, una fundación semi-privada como Onuart, cuyos objetivos son “promover el diálogo a través del arte contemporáneo español, favorecer el entendimiento entre culturas y sociedades, y estimular el multilateralismo en Ginebra”, es libre de avalar estatutariamente obras faraónicas. No se le puede reprochar nada por lo legal, ni mucho menos por lo artístico. Sin embargo, moralmente cuesta mucho digerir que se priorice la belleza material (necesaria, es cierto, para vivir más felices) a la pura y dura supervivencia de millones de personas, a las que la cúpula en cuestión, de la que nunca conocerán su existencia, no les va a salvar la vida que seguramente no verá mañana el amanecer.
Sí, está bien, necesitamos el arte, porque el espíritu (o como cada uno lo quiera denominar, eso es lo de menos) se alimenta a base de una dieta propia y no siempre sólida. Pero precisamente quienes estarán en peligro bajo esas estalactitas de colores andan empachados de arte, del bueno y del mediocre. ¿Por qué no haber llevado ese arte a otras almas más necesitadas? ¿Por miedo a una polémica mayor del tipo “los congoleños disfrutan de las estalactitas que Barceló cuelga en los árboles del Parque Nacional de Kahuzi-Biega mientras huyen de la masacre”? Eso sí que hubiera sido un riesgo aplaudible, aunque seguro que lo habría criticado igual.
Llámenme exagerada, alarmista, peliculera, ilusa, agorera, inculta, activista… que a mí 20 millones de euros en la cúpula de un edificio situado en un país más que desarrollado, perteneciente a una organización de ayuda humanitaria a grandes rasgos, no sólo no me parece justo, además altamente indignante.

2 comentarios:

Pilar M Clares dijo...

YO creo que es aún más perverso, Teresa, porque pienso que no hay informaicones desintencionadas excepto las que pillan de sorpresa que suelen ser las de chorros de sangre. ¿Por qué se han difundido los presupuestos, es decir, por qé prácticamente lo únioc que se ha difundido es eso y unas imágenes de Barceló en pleno videojuego? Eso es lo que me escama.
Me llama la atención es que no se diga nunca lo que cuesta una campaña, una asamblea, una comisión, las instalaciones multinacionales, las sedes, y todo lo que se me escape, que será lo importante. A eso me refiero, que mientras entramos en polémica sobre este tema, esté pasado la realidad. Y no me preguntes, que todo no lo voy a saber...

Besicos.

Teresa Luengo Michel dijo...

Coincidimos más de lo que parece, sin duda, por eso decía que hay gastos más reprochables que el de la cúpula. Intencionado, claro, aunque no por eso menos criticable. Lo que sí me sugiere tu toque de atención es que hay que molestarse en buscar aquello que puede (o se quiere) pasar inadvertido.
Besicos helados desde Manresa, guapetona.